Un año más vuelve la vendimia, un año más vuelve el esfuerzo diario, las duras jornadas, el no parar.

Y como siempre lo hacemos con dedicación y con las ganas de ver como el trabajo de campo de todo un año, da su fruto, da su recompensa, que esperamos que sea de alto rendimiento.

La vendimia son madrugones, son palizas de trabajo, de esfuerzo, de agacharse y levantarse, de partirse el riñón y la espalda.

¿Cuántos racimos de uva se cogerán en una jornada?

¿Cuántas veces levantaremos los capazos llenos de racimos?

¿Cuántos paseos cargados con los capazos hasta los remolques?

Muchos, muchos, muchos para luego obtener la recompensa de lograr unos magníficos vinos, unas deliciosas mistelas y el nuevo vermú.

El esfuerzo vale la pena.