Como muchos ya sabréis, nosotros somos una cooperativa que lleva en funcionamiento desde 1920 y actualmente contamos con alrededor de 700 socios. Gracias al trabajo y esfuerzo de los cooperativistas viticultores (no todos los socios tienen viñedo) obtenemos la uva con la que elaboramos nuestros caldos. Ellos son los responsables del cuidado de la tierra, así como de la recolección y entrega del fruto. Asimismo, nuestro enólogo Joan Picó, junto al responsable de calidad de la bodega, Ricardo Añón, asesoran acerca del mantenimiento de los viñedos: controlando los avances, cambios en la maduración o indicando los periodos para el tratamiento de las vides.
El vino es un producto que precisa de la labor humana, la impronta de socios y trabajadores se aprecia en cada gota.

La recepción del fruto:

Cuando la uva alcanza su punto óptimo de maduración, damos comienzo a la vendimia y es función de los socios recoger y transportar la uva directamente de sus campos a la bodega. Cuando las uvas se recepcionan en bodega, en primer lugar, se analizan parámetros directamente relacionados con la calidad de la uva, siendo los más importantes, el azúcar, la acidez, el potasio y el estado sanitario. En función de estos parámetros y de su variedad, la uva se clasifica por calidades, rechazando aquella que no alcance el nivel exigido para nuestros vinos. A continuación, los racimos pasan a las despalilladoras-estrujadoras, donde se separa el  aspón del racimo, introduciendo las uvas seguidamente a los depósitos de maceración-fermentación. En estos depósitos, a los mostos de uva blanca se les hace algunos tratamientos previos a la fermentación y los tintos ya hacen su maceración-fermentación.

La fermentación:

Dependiendo del producto que vayamos a elaborar, procederemos a la primera fermentación. La fermentación alcohólica. Como curiosidad, no todos los vinos han de ser fermentados, los vinos de licor, como nuestra mistela, se elaboran a partir de la adición de alcohol de vino al mosto. La fermentación alcohólica, de forma muy sintetizada, es el procedimiento por el cual unas levaduras transforman el azúcar de la uva en alcohol. En la inmensa mayoría de las ocasiones, la fermentación finaliza de forma natural cuando las levaduras se quedan sin nutrientes. Por lo tanto, la can4dad de azúcar y los grados de alcohol obtenidos están directamente relacionados. Cuando hablamos de vino tinto, puede tener lugar una segunda fermentación, la maloláctica, donde el ácido málico se transforma en láctico por medio de bacterias que de forma natural se encuentran en la propia uva y los perfiles de sabor se suavizan.
Cuando hablamos de vinos blancos, el que obtengamos vinos secos, semisecos o dulces dependerá del tiempo durante el cual dejemos actuar a las levaduras: cuanto más tiempo actúen más azúcar van a consumir. Por lo tanto, el tiempo de fermentación que necesitaremos para obtener un vino seco será mayor que el necesario para obtener un vino dulce. En este sentido, la fermentación puede ser interrumpida cuando sea oportuno a través de procesos básicos bajando aún más la temperatura del recipiente y aplicando tratamientos para disminuir la población de levaduras.

Crianza:

Otro de los puntos de mayor importancia en la elaboración de un vino es el proceso de envejecimiento o de crianza. El vino obtenido durante los pasos anteriores es introducido en barricas de roble. La madera para la elaboración de barricas se selecciona principalmente por sus propiedades de dureza, permeabilidad y porosidad. Tanto el tipo de roble utilizado (normalmente francés o americano), como el grado de tostado o la can4dad de veces que se hayan utilizado las
barricas van a modificar el carácter del vino. En este momento es cuando el vino adquiere notas aromáticas que durante la cata podremos identificar como tostadas, ahumadas, vainilla y, cómo no, notas a madera. En la Baronía apostamos por madera francesa para nuestra gama de vinos recientes y combinamos ambas para los vinos de corte más convencional.

Para finalizar, el clarificado y embotellado:

Uno de los últimos pasos, sería someter a los vinos a la acción de sustancias clarificantes que arrastren las pequeñas par[culas sólidas al fondo. Si fuese necesario, se finalizaría este proceso con un filtrado del vino, a través, de una fina membrana. Para algunos vinos, previo al embotellado se realiza una estabilización tartárica cuya finalidad es evitar la precipitación de “sales” cuando el vino se someta a temperaturas frías.
Para concluir el proceso de producción del vino, terminaríamos con el embotellado. Durante el tiempo en botella, el vino termina de equilibrarse y sus aromas y ma4ces terminarían de asentarse.
En nuestra bodega, aparte de la tradicional botella, ofrecemos el Bag In Box, un sistema muy expandido en otros países donde el vino se encuentra envasado al vacío dentro de bolsas de varias capacidades. Estas bolsas, que impiden la entrada de oxígeno y man4enen por mucho más tiempo las propiedades y calidad del vino, está a su vez, protegida por una caja para evitar el contacto directo con la luz solar.