Durante el verano y con las altas temperaturas que hay que soportar durante esta estación, parece que a la hora de degustar un vino apetece más un blanco. Es lógico: estos vinos suelen servirse a temperaturas bastante más bajas que los tintos, y se caracterizan por tener una acidez mayor. Pero el mundo de los vinos blancos es muy extenso y existen vinos apropiados para consumirse durante cualquier época del año y en cualquier situación.

Uva blanca en el viñedo durante el Otoño
Aunque el tipo de uva empleada sea una de las características principales por las que se distinguen los vinos blancos de los tintos, esto es solo una de las muchas diferencias que encontramos en su elaboración.
Para elaborar vinos blancos se usan, por lo general, variedades de uvas blancas, pero pueden emplearse también uvas tintas cuya pulpa y mostos son blancos.
El control de la temperatura durante todo el proceso de elaboración es otra de las claves en la producción de vinos blancos: es importante mantener una temperatura baja para la extracción de los aromas.
Dentro de los blancos podemos encontrar diferentes variedades. Si nos basamos en el azúcar tenemos: secos, semi-secos, dulces… El contenido de azúcar se ajusta durante la fermentación. La fermentación es el proceso mediante el cual las levaduras transforman el azúcar presente en el mosto en alcohol. Si buscamos un vino seco, dejaremos actuar a las levaduras hasta que éstas se queden sin nutrientes, mientras que podremos interrumpir la fermentación para conseguir vinos más dulces.
También podemos clasificarlos dependiendo de si han pasado o no por barrica. Aunque lo más común en España son los vinos blancos jóvenes, sin paso por barrica, hay algunos vinos blancos que sí que han pasado por barrica, es el caso de nuestro Henri Marc 03 Malvasía.